las primeras señales de su comprotamiento errático se dieron tras empezar a intercajar y…
A mis amigos, compañeros y seres queridos que en esta pandemia maldita han partido.
Estaba exhausta.
––Dense prisa. ¡Es la fecha! Masculló.
Devoción. Hogar. Abrazo. Calor.
Ya no está triste.
––¡La natividad, mis niños, es hoy! Intentó decir.
Tradición, manjar, sazón, júbilo, licor, pasión.
¡Maldito mal!
––Háganlo por mí, una vez más. Deseó.
La buena noche, la piedad, la ilusión.
Perdió aliento.
––Así era mi plan, siempre. Rememoró.
Cíclico anhelo vano. Afán baldío.
Sufrió.
––¿Qué les costaba? Deliró.
Raya. Confín.
El tiempo le faltó.
––Yo no me quería ir. Sentenció.
Con Dios.
Nadie llegó. No hubo parte, ni lágrimas. Fue envuelta e incinerada de inmediato. Los restos yacen allí, amontonados con los demás.
***
Fotografía: Imagen del fotógrafo Tulay Palaz. FREEIMAGES.
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