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Por Víctor Alvarado

A 210 años del inicio de la Independencia, no se conoce una imagen fidedigna de Miguel Hidalgo. Algunos historiadores comentan que nunca se mandó a retratar, otros dicen que esto no se puede confirmar, aunque no era del todo común en la época él tuvo la posibilidad y tal vez lo hizo.

Como se puede deducir, ninguna de las imágenes conocidas actualmente de don Miguel Hidalgo puede considerarse como la verdadera, esto significa que no existe efigie auténtica del prócer, y no la hay principalmente por una razón; todo lo que tuviera que ver con el cura debía ser desaparecido. Y así sucedió. Poblaciones enteras de su región fueron quemadas y arrasadas; sus seguidores, hombres y mujeres, perseguidos, desaparecidos y asesinados. Esa fue la consigna.

Todo lo que tuviera que ver con Miguel Hidalgo, su vida, familia, documentos, legado e ideas debía ser encontrado, destruido y erradicado de manera definitiva tanto del plano físico como de la memoria histórica y colectiva, sin importar lo cruel o salvaje de sus métodos, ni las consecuencias.

Basta recordar algunos de los hechos; Hidalgo fue traicionado, capturado y encarcelado; injustamente procesado y degradado (por su propio gremio, sin que a la fecha se haya ofrecido una disculpa); después fue asesinado junto con otros de sus compañeros. A él y a todos ellos les fueron cercenadas sus cabezas, para luego ser expuestas públicamente dentro de jaulas allá en el edificio de la Alhóndiga de Granaditas, como ejemplo y escarmiento para el pueblo sedicioso. Y allí permanecerían las testas por más de diez años. ¡Vaya con el castigo!

No obstante, más allá de saber cómo era su imagen real, algo que sí logró perdurar del cura de Dolores, para fortuna de todos los mexicanos, fue su ejemplar determinación y su ambicioso pensamiento encaminado a la libertad, a la eliminación de injusticias y abusos en contra del pueblo, al derecho a ser gobernados por los propios connacionales, a la urgente necesidad de convocar y establecer un congreso nacional, a la abolición inmediata de la esclavitud, y a la supresión de tributos de castas, exacciones de alcabalas y otros impuestos abusivos. Ideas pioneras en materia de derechos e igualdades claramente plasmadas en manifiestos, proclamas, bandos y documentos importantísimos que servirían para iniciar un movimiento que ya nadie podría detener, y sin el cual sería imposible comprender nuestra realidad actual.

Por otra parte, Hidalgo, además de consagrar su vida al servicio religioso y de haber realizado estudios destacados en las más diversas disciplinas; teología, retórica y gramática, entre otras, también sería devoto de las artes y la cultura; incursionaría en otros campos aprendiendo lenguas, además del español, aprendió latín, italiano, francés, náhuatl, purépecha y otomí; tuvo acceso a una nutrida biblioteca; documentos, libros y tratados; el teatro fue otra de sus pasiones, tradujo y montó algunas obras de escritores europeos; fue músico, gustaba de tocar el violín, de cantar y de bailar; además, estudió, aprendió y enseñó otros oficios artesanales y del campo; emprendió diversas fábricas y talleres colaborativos en beneficio de los pobladores más necesitados; herrería, alfarería, curtiduría, talabartería, apicultura, siembra de la vid y de la morera para el cultivo del gusano de seda, serían algunas de sus actividades.

Como se puede ver, se trataba de un preclaro y adelantado personaje que además de mostrar y externar siempre sus inquietudes respecto de las injusticias de la época, y de llevarlas hasta sus últimas consecuencias, dicho sea de paso, también gustó y se dedicó a disfrutar plenamente de los placeres y regalos de la vida. A grandes rasgos, así sería nuestro protagonista, cuyos planes se observa, estarían encaminados hacia la trascendencia de sus acciones y de sus convicciones.

Pienso que Hidalgo no estuvo dispuesto simplemente a vivir una vida común, infructuosa y vacua, por el contrario, como todo artista y revolucionario estaría dispuesto a ganarlo o a perderlo todo, y en el trayecto, con tal de prevalecer, habría también de aprender, enseñar, escribir, asentar, ejecutar y continuar. Por esto creo que muy seguramente también se habría dejado retratar como otra manera más de trascender. No se necesita indagar demasiado para saber cómo piensan y se conducen la mayoría de los artífices y los rebeldes.

Para concluir quiero comentarles rápidamente sobre tres hallazgos de imágenes que podrían ser fidedignas del Padre de la Patria, recordando primero la descripción que de Hidalgo escribió Lucas Alamán en su Historia de Méjico, y que seguramente nos dará algunas pistas para saber cómo era y cómo lucía:

“Era de mediana estatura, cargado de espaldas, de color moreno y ojos verdes vivos, la cabeza de espaldas algo caída sobre el pecho, bastante cano y calvo, como que pasaba ya de sesenta años, pero vigoroso, aunque no activo ni pronto en sus movimientos: de pocas palabras en trato común, pero animado en la argumentación a estilo colegio, cuando entraba en calor de alguna disputa. Poco aliñado en su traje, no usaba otro que el que acostumbraba entonces los curas de pueblos pequeños.”

En 2018, durante un homenaje dedicado a don Miguel Hidalgo y Costilla, y familia, realizado en el The University Club de la Ciudad de México, tuvimos la oportunidad de conocer un retrato de Hidalgo, pintado en una vetusta y pequeña lámina metálica. Ahí nos comentaron que el cuadrito era auténtico y que habría sido encontrado entre las pertenencias de don Cristóbal Hidalgo y Costilla, padre de Miguel. No pregunté cómo la habían conseguido o si podían comprobar su autenticidad, pero valdría mucho la pena cuestionarnos al menos dos puntos; si en verdad perteneció a don Cristóbal, entonces el retrato debería coincidir con la imagen de un Miguel de 37 años o menos, por ser la edad que tenía éste al momento de la muerte de su padre ocurrida en 1790. Sabemos que la calvicie puede llegar a ser prematura, pero claramente la imagen muestra a una persona de cabello cano y de mayor edad que la referida. Por otra parte, si no le perteneció a don Cristóbal, entonces el retrato se pudo haber pintado después y haberse conservado entre las pertenencias que tuvo en vida, para más tarde ser descubierta la pintura. Sea como sea, es importante mencionar que, esa imagen, aunque con ciertos rasgos fisionómicos semejantes, es distinta a las previamente conocidas y más populares de nuestro héroe. Esta es la pintura:

 

Retrato de Miguel Hidalgo y Costilla. Galería Winsor, CDMX. Presentada en el evento “Miguel Hidalgo y Costilla. El héroe encarnado” The University Club, abril de 2018.

 

Del siguiente hallazgo debo comentar que, si bien conocí la imagen durante otra conferencia del evento antes mencionado, se trata más bien de haber podido identificar la fuente original en la que se había publicado, y que encontré durante una investigación literaria de 2019; descubrí la mención de una efigie que se incluía en el número uno de la primera revista literaria del México independiente, El Iris, editada en 1826 por Claudio Linati, Florencio Galli, y el poeta cubano José María Heredia, de la cual, por ser de una fecha tan cercana de los sucesos independentistas, podría tal vez tratarse de un retrato real, aunque esto tampoco podríamos confirmarlo. Aquí la imagen:

 

“Retrato de Don Miguel Hidalgo y Costilla”           Revista El Iris (1826)

 

El último de mis hallazgos lo encontré en una cadena de mensajes de Twitter publicado por el Instituto Nacional de Estudios Históricos de las Revoluciones de México (INEHERM), del 30 de julio pasado, muy a propósito de la fecha del fusilamiento de Hidalgo, donde se muestra a un muy joven Miguel, grabado o pintado sobre una placa de marfil. (Pregunté por ese mismo medio sobre la veracidad de la imagen, sin haber tenido respuesta hasta la fecha). Esta es la estampa:

 

Miguel Hidalgo. Pintura sobre placa de marfil, ca. s. xviii

 

En fin, no sé si subsistan pertenencias de don Miguel, por ahí en algún museo o colección privada, pero tengo la esperanza de que algún día aparezca un cuadro o una pintura legítimos, un manuscrito o una composición literaria, acaso una de sus traducciones o disertaciones.

Entretanto les comparto un retrato fotográfico de mi bisabuelo, don José Joaquín Hidalgo y Costilla Hernández (1880-1961), que fue tomada el 21 de julio de 1925, y aprovecho para agradecer a mi abuela Dolores Hidalgo y Costilla Ríos, y a mi tía Dolores Alvarado Hidalgo, quienes me proporcionaron esta y otras fotografías y materiales para poderlas publicar aquí.

 

José Joaquín Hidalgo y Costilla Hernández. Bisnieto de José María de la Trinidad Hidalgo y Costilla Gallaga, hermano de Miguel Hidalgo y Costilla Gallaga. Foto del 21 julio de 1925.

 

Si te interesa saber sobre la evolución y la construcción histórica de la imagen del Padre de la Patria, te recomiendo un excelente artículo de la Dra. Laura Suárez de la Torre, académica del Colegio Mora; «Y se hizo la imagen de Hidalgo…». Aquí la liga:

http://revistabicentenario.com.mx/wp-content/uploads/2014/10/Laura-Su%C3%A1rez-de-la-Torre.-Y-se-hizo-la-imagen.pdf

 

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