Skip to content

 

Nada es infortunio. Nada es gratuito. Bate mantequilla. Mezcla azúcar. Poco a poco. Suplica sostener suerte sorpresiva. Yema de huevo. Esencia de almendra. Lento, incorpora claras a punto. Harina cernida, lento. Ahora, ella libre, encuentra. Aroma suculento. Masa perfecta. Horno en espera. Bizcocho de mantequilla y almendra. Canela de todos los postres. Cocinera experta. Desde pequeña cocina. Prepara, comparte. Ella piensa, ella siente. La comida es razonable. Dar es mejor que nada. Dar los domingos. Él, arriba a casa. Tiempo maravilloso. Ella hoy goza. Él, aguarda la hora. La vida ya no es terrible ni solitaria. Él llegó y tuvo sentido. Comparten. Boccherini. Ella goza, prepara, él se regocija, huele, paladea. Lo conoció en almuerzo anual de amistad. Iba sola. Llevó convite. Alimento frío. Tapa; pan reposado, jamón serrano, queso holandés, tomate deshidratado, aceite de oliva, orégano. Huevo duro relleno; aceituna rayada, mayonesa, pimiento y perejil. Tostaditas de maíz y ajonjolí; picadillo, pollo, papa, cebolla caramelizada, guacamole picante, cilantro fresco. Empanada; bacalao a la vizcaína, pulpo en su tinta, elote frito, champiñón salteado. Tarta horneada de queso y mermelada morada. Natilla de naranja y ron con pasas de uva. Nueces al jerez cubiertas de chocolate amargo. Todo delicioso. Rioja. Todo perfecto. Merlot. Toda la danza milenaria. Tinto de tinto y rosado y blanco. Toté, llegó con aroma. Llegó para siempre. Hipnotismo bendito. Llegó, alcanzó las sobras. Fue basto. Cedió, amor inmediato. Flechazo directo. Calló, en picada al vacío de Ella. Ella, aceptó su destino. Ella, ya no era normal, dicen. Él, tampoco es normal, dicen. Dicen tantas cosas. Dicen que da miedo. Dicen que dicen. Dicen nada. Nada dicen. De ahí al domingo. Nardini. Todos los domingos es domingo. Todos para ellos y sus manjares. Hoy es sábado. Mañana habrá algo especial. Vivaldi. Mañana, Toté será don Toté. Mañana, será reina sumisa, amada ama. Mañana comerá el señor. Nada es fortuito. Casualidad divina. Azar llano. Está contenta. Ya no más monótono instante. No más absurdo aliento. Ya no. No. Ya no. Día en soledad; memoria pétrea. Vivió acongojada. Abandonada de familia. Ya no más angustia gratuita. Ya no importa. Ya no más. Vivió cautiva por ellos. Marcada por ellos. Medicada de ellos. Amarrada por ellos. Encerrada de ellos. Familia severa. Incomprendida ella en su psique. Hoy ya no más. Hoy vive de él. Toté, su elixir. Amigo excepcional. Silencioso. Callado gran caballero. Compañía momentánea eternizada por un flash divino. Toté, perseverante. Toté, obsequioso. La mira mil veces. Mil veces sin parpadear. Respetuoso e impaciente. Expectante y atroz. Temeroso de apariencia. El molde en el centro del horno. Bach. Precalienta a no menos de ciento ochenta ni más de doscientos. Calor encima y debajo. Engrasar refractario. Forrar con papel de horno. Aroma irresistible. Huelen felicidad. Toté, atento. Ella, mima. Fino ingrediente. Producto inigualable. Mantequilla vaca. Azúcar maguey. Almendra tostada molida. Toté, odia a la familia. Ella, también odia a su propia familia, pero la echa de menos, entrañablemente. Se quiere mudar ahí. Toté, debe mudarse con ella. La casa no sería lujosa; sí acogedora. Tendría puertas para ella. Ventanas para él. Cerca el mercado gourmet. Antes platillos sencillos. Ahora exigencia gustativa. Nuevo recetario, nuevas clases de repostería. Dvorak. La torta es ligera, esponjosa. Reposar cinco minutos. Desmoldar sobre porcelana. Dar vuelta, enfriar. Espolvorear. Adornar. Sin almendra entonces avellana. Vainilla. Ritual suculento. Compartir era el secreto. No basta el esfuerzo vacuo si no es para Toté. La locura se va temporal. La soledad también se va. Amistad igual a normalidad. Toté, perfecta compañía lógica, irracional. Él, experto en catar vianda. Ella, charla jubilosa. Plato en libertad, sin prejuicio. Plato contra natura. Plato sin marca. Plato seductor sin escrúpulo. Plato para dos. Todo sano mundo maniaco. Delicia de amistad. Fortuna de gusto. Límpido juicio. Hervor y fervor. Asar la razón. Sazonar el amor. Es de Toté. Ella es de Toté. Ella se da a Toté. Él, se pasma, abotagado, somnoliento. Hartazgo. Frenesí dominical. Orgía de frotación severa del adiós al estrés, goodbye, arrivederci. Toté, tan Toté. Ella, tan ella fuera de sí, como su manía lo era. Toté, tan ínfimo y poderoso. Tan ápice diamante azul, Toté. Tan así pequeño. Tan mundano. Tan común. Tan simple. Tan ¡fuera! Adiós comer pútrida soledad. Luego, el placer del mise en place. Receta mamá abuela. Dividir, partir, dosificar. Medir, disponer, organizar. Alegría. Toté, estira las piernas. Toté, soba sus sienes. Ella, sonríe y sigue. No finge. Ya no gesticula mentira. Presto. ¿Cuál será su comida favorita? Esta es. La compartida. La “te espero pronto”. La “ya merito sale”. La de la servilleta blanca y la copa cristal. La del amor está en el aire, en la mesa. La de saborear mordisco tras mordisco. La de la enzima digestiva. La de nunca morirás un día de estos. La de Toté, —bendito Dios—, sigue conmigo. ¡Ay!, la infame del nunca se cumpla el “podrías irte pronto”. La de la falsa verdad enciclopédica; un día en promedio. La de absorbe los nutrientes. No morirá. Empezará a morir el día que se harte. Morirá el día del inicio de la esperanza vana. Mi Toté, generoso. Mi Toté, todo mío. Toté, del único domingo eterno. Mi Toté perpetuo. Aquí ya no es prisión. Libertad para volar aquí. No hay afuera, nunca más prisión. Entonces. Mozart. La danza circular de la locura purísima. Repetición. Vaivén terco. Planeación repetitiva estruendosa. No saben más. No quieren saber más. La recompensa. El pase directo al camino del paraíso termina. Largos meses, horas infinitesimales, la espera. La puerta del querer cierra. Y el amor era amor. Todo espacio es suyo. Todo de ella, es Toté. Divina y natural. Él, es como yo. Toté se parece a mí. Aprender a convivir con el odio latente detrás. Con el asco a cuestas. Con la repugnancia disfrazada. Con el aborrecimiento de uno mismo respecto del otro. Su audacia y persistencia le dio frutos fétidos. Etérea amistad. Espejismo. Comida. Comida. Puré, calabaza dulce, lo más dulce para él. Ven amigo. Ven. Acércate, prueba, aquí te dejo, amor. Te comparto esta porción, es para ti, mi todo. La decepción siempre es tan grande. Ni la redención cura. En la cita esperada hubo poesía de sabor, autoría de ella, sin ritmo textura, ni métrica sazón, sin práctica discursiva de boca, ni retórica placer por decir con el corazón en mano. La compañía del ser no ser. Qué será de nosotros sin nosotros, queridos dioses voladores. Qué será de ti sin mí, entero tu, diminuta existencia, casi extinta, de tu espacio aéreo vacío con tus miradas multiplicadas encima de mí, y tu pensamiento ausencia sin mí. La vida larga mía. Tu vida corta. Mi bendición fue tu vida. Su obscena vida. Mi vida lasciva. Su pedacito. Su trozo de vida rica. Su amor celular infinito de ambición por chupar el oxígeno burbujeante; efervescente, por desear con todos sus nervios su sangre. Da otra vuelta completa. Una más. Una más. Una más; se postra. La rutina no es costumbre. La costumbre no son los minutos ni la repetición. Nada de esto podrá ser cierto; mucho menos verdadero. Los instantes se van ensamblando siempre diferentes, quebradizos y sabrosos, siempre derretidos, deglutidos siempre. Diferentes. Comida. La membrana tierna naranjada se desgarra sobre los apetitosos granos albos reventados. El desayuno listo. Servirse room, mon amour. Sentir el sol con un tostado centeno de jalea cereza. Y la vida se condensa y se acerca, los dos solitos en el universo fueron uno. Alimento de dos es uno. Rajmáninov. Soledad maldita. No quiere irse. Nadie quiere irse, nadie por su propio deseo. Alguien se va por el otro, o la otra. Nadie se va por sí solo. Ha de irse su tristeza. Arrastrado, entre el viento muy a su pesar de ella. Se ha de ir pero sin ganas. Qué se lleve ese odio de él. De él que ya no es él ni nadie ni nada. Cómo deseará esas gotas escurriendo cocoa de ella. Cómo deseará esas tardes, postre azúcar. Se va del olor que vino. No te vayas. Tocineta, niebla exquisita niebla. Quiere si puede volar. De su pulmón vino. De nervios se va. Gracias, me diste tu día. Gracias, amigo, Toté, especie humanidad me diste mi lugar. Mi lugar que no existe en tu gráfica amorosa alimentaria. Gracias por las palabras que no puedes pensar. Comida. Dieta blanda. Embutido caduco. Legumbre aguada. Hedor. Residuo adherido remojado. Pasta de pastas con tomate de tomate. Fermentación. Ensaladera sin ensalada, llena con vinagre rancio. Salmuera corrompida. Alteración. Cubiertos recubiertos con saliva. Banquete de dioses voladores. Amiga seré de tu alma. Adiós. Salvación de mis angustias alucinantes. Adiós, redención de mi urgencia fracturada. Alimento de mi hambre. Saciedad de todos los días de mis sedes. Toté, sé feliz. Toté, vuela. Toté, vete. Valió. Valió la pena la ilusión del parpadeo. Valió. Toté voló. Valió la pena correr el riesgo; mi castigo es aquí, en la cama y el claustro recubierto acojinado y mugriento. Desequilibrio. Estoy bien. Percepción. Estoy bien. Adiós.

Imagen. Portada del libro La bombilla sobre el plato y sus alrededores. Antología de ilustraciones y textos de Daniel Estrella, de la editorial Samsara del 2013.

El presente texto fue publicado originalmente en la página de la revista literaria Sombra del Aire.

1.861 Vista(s)

Esta entrada tiene 0 comentarios

Deja una respuesta

Volver arriba